Con una gran pena recibimos la noticia de la muerte de Encarna a quien tanto queríamos en AREDA. Ocurrió la víspera de Reyes, en su casa, rodeada de los suyos y en paz.
Conocimos a Encarna desde el principio de AREDA, pues participó en nuestra asociación desde sus inicios. Encarna era fija en los encuentros de Mahón y luego en los sucesivos que hemos tenido en Madrid, Valencia y Murcia. Al igual que en los Encuentros anteriores, en este último de Bilbao también participó intensamente desde el Comité Científico evaluando comunicaciones y reevaluando alguna dudosa como tercera opinión, pero… no pudo asistir físicamente al Encuentro porque desde este verano se encontraba ya muy mal. Su trabajo en este último comité es algo a lo que le debemos estar especialmente agradecidos dadas sus circunstancias. Y su circunstancia y condición principal era la de una luchadora: Encarna no se rendía.
Nacida en León, estudió medicina en la Universidad de Valladolid, donde también hizo su tesis doctoral sobre la placa olfatoria y llegó a ser profesora asociada de Anatomía. Ejerció de médica general en la Bañeza (León) y en Vitoria. Tras ganar oposición a la Inspección Médica nacional en 1980, se trasladó a Madrid, donde llegó a ser Jefa de Conciertos del Ministerio de Sanidad. Posteriormente se trasladó a Tenerife, alcanzando los puestos de Subdirectora, Directora Provincial del Insalud y luego Directora General de la Consejería de Sanidad en los años 90. A continuación desempeñó los cargos de Directora Gerente del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria y del Hospital Universitario de Canarias.
A partir de 2005 desarrolló su labor en el Servicio Canario de Salud orientada fundamentalmente a la docencia posgraduada, puesto en el que la conocimos. También fue jefa de uno de los equipos de auditorías docentes del Ministerio de Sanidad, y en su calidad se recorrió buena parte de los hospitales españoles, relacionándose doblemente por este motivo con muchos de los miembros de AREDA.
En 2008 nos contó a algunos que la acababa de visitar el cáncer en su versión diseminada de entrada. Pero ella no se arredró y se fue a Barcelona que disponía en el Clinic del equipo quirúrgico con más experiencia en extirpación de metástasis hepáticas. Salió lo suficientemente bien su apuesta como para, junto con los demás tratamientos a cual más agresivo, sobrevivir hasta este año 2016. Pudiendo haber obtenido una incapacidad absoluta total, optó por seguir trabajando en la gestión de la docencia.
Conociendo su dura experiencia y la de otro amigo común y aredano, Antonio Tortosa, les propuse que, junto con mi experiencia previa como paciente, escribiésemos un libro con las vivencias sanitarias de tres médicos-pacientes. Me mandaron sus notas, pero falleció Antonio cuando menos lo esperábamos y supuso un parón. Ahora se ha ido ella y el tema tendrá que esperar a disponer de perspectiva y tranquilidad, pero verá la luz.
En 2012 fui invitado a través de ella a su hospital universitario de Canarias, en La Laguna, para participar en su curso sobre profesionalismo médico, actitudes y valores. Era lo suyo. Y conocí a su hija médica en el mismo, comprobando además como la querían los compañeros y compañeras, “a pesar” de haber sido su Gerente.
En el chat de WhatsApp en el que participamos un grupo de aredanos tuvo desde este verano unas intervenciones muy especiales, informándonos periódicamente con serenidad ejemplar de su grave estado y sintiéndose reconfortada con los ánimos que tratábamos de infundirle. Su correo del 24 de diciembre hacía intuir lo peor, la llamé y entendí que se despedía elegantemente de nosotros, sin decirnos adiós. Volví a llamarla a los pocos días y ya no me cogió el teléfono. Temiéndome lo que pasaba, no insistí más hasta que su hijo me lo confirmó. De entre las manifestaciones expresadas por los colegas en este chat quiero destacar algunas, porque sintéticamente resumen quien era y cómo la veíamos todos:
“Conocerla ha sido una de las mejores vivencias que he tenido. Trasmitía absolutamente todos los valores a los que aspiramos día a día. “Cuanta pena he sentido. Gran mujer. No la olvidaré”.
Federico Segura
“¡Que penita! La echaremos mucho de menos… ¡Mucho!”
Carmen Botella
“Una pena enorme. Peleó con todas sus fuerzas y mantuvo el ánimo hasta el final. La echaremos mucho de menos.”
Paco Jorquera
“De momento no puedo hablar, estoy asimilándolo. Una desgracia enorme.”
Pepe Saura
“Encarna…¡Qué vacío nos dejas! Desde Safse-Areda cumpliremos con nuestro deber moral.”
Jesús Morán
“Una verdadera pena y un buen ejemplo de lucha y compromiso hasta el desgraciado final.”
Fernando Navarro
“Me uno a todos vuestros comentarios y pesares. Afortunadamente, de ella sólo me quedan buenos recuerdos. Y una imagen de mujer excepcional que, ni siquiera la muerte puede borrar. Hasta siempre Encarna.”
Jacinto Fernández
Las suscribo plenamente. Encarna, tu profesionalidad y tu lucha ha sido el mejor ejemplo docente para todos nosotros, descansa en paz.
Juan D. Tutosaus (12 de enero de 2015)